|
Acerca del "Ver" |
Arrinconé
a don Juan y le dije que intuitivamente sentía que jamás recibiría otra lección
de equilibrio, y que él debía explicarme todos los detalles pertinentes, pues
de otro modo nunca podría descubrirlos por mí mismo. Don Juan dijo que yo tenía
razón con respecto a que don Genaro no volvería a darme otra lección.
‑¿Qué
más quieres saber? ‑preguntó.
‑¿Qué
son esas fibras como tentáculos, don Juan?
-Son los tentáculos que salen del cuerpo de un
hombre y son visibles para cualquier brujo que ve. Los brujos actúan con
la gente de acuerdo a la forma en que ven sus tentáculos. Las personas débiles
tienen fibras cortas, casi invisibles; las personas fuertes las tienen largas y
brillantes. Las de Genaro, por ejemplo, son tan brillantes que parecen
gruesas. Por las fibras se conoce si una persona está sana o está enferma, si
es mezquina o bondadosa o traicionera. También se conoce, por las fibras, si
una persona puede ver. Aquí hay un problema
desconcertante. Cuando Genaro te vio supo, igual que mi amigo Vicente, que
podías ver; cuando yo te veo, veo que puedes ver, y sin embargo
sé muy bien que no puedes. ¡Qué contrariedad! Genaro no podía creerlo. Le dije
que eras un sujeto raro. Creo que quiso verlo
por sí mismo y te llevó a la cascada.
‑¿Por
qué piensa usted que doy la impresión de que puedo ver?
Don
Juan no respondió. Permaneció largo rato en silencio. No quise preguntarle
nada más. Finalmente me habló y dijo que sabía por qué, pero no cómo
explicarlo.
‑Piensas
que todo el mundo es sencillo de entender ‑dijo‑ porque todo cuanto tú haces es
una rutina sencilla de entender. En la caída de agua, cuando miraste a Genaro
cruzar el agua, creíste que era un maestro de los saltos mortales, porque sólo
en eso pudiste pensar. Y eso es todo lo que siempre creerás que hizo. Pero
Genaro nunca saltó al cruzar esa agua. Si hubiera saltado, habría muerto.
Genaro se equilibró con sus magníficas fibras brillantes. Las alargó lo
suficiente para poder, digamos, rodar en ellas hasta el otro lado de la caída
de agua. Demostró la manera correcta de alargar esos tentáculos, y la manera de
moverlos con precisión.
"Pablito
vio casi todos los movimientos de Genaro. Néstor, en cambio, sólo vio las
maniobras más obvias. Se perdió los detalles delicados. Pero tú, tú no viste
nada de nada.
‑Quizá
si me hubiera usted dicho por anticipado qué cosa observar...Me
interrumpió y dijo que el darme instrucciones sólo habría estorbado a don
Genaro. De haber yo sabido lo que iba a ocurrir, mis fibras, agitadas, habrían
interferido con las de don Genaro.
‑Si
pudieras ver ‑dijo‑, te habría sido evidente, desde el primer paso que
Genaro dio, que no estaba resbalando al subir por las peñas. Estaba aflojando
sus tentáculos. Dos veces los enredó en las piedras y se sostuvo como una mosca
en la mera roca. Cuando llegó arriba y estuvo listo para cruzar el agua, los
enfocó sobre una piedra chica en medio de la corriente, y una vez que los tuvo
afianzados dejó que las fibras lo jalaran. Genaro jamás saltó; por eso podía
aterrizar en las piedras resbalosas en el mero borde del agua. Genaro todo el
tiempo tenía las fibras bien enredadas en cada roca que usó.
"No
se estuvo mucho tiempo en la primera piedra, porque tenía el resto de sus
fibras amarradas a otra, todavía más chica, en el sitio donde mayor era el
empellón del agua. Sus tentáculos volvieron a jalarlo y aterrizó en ella. Esa
fue la más notable de todas las cosas que hizo. La superficie era demasiado
chica para que un hombre se sostuviera, y el empellón del agua habría
arrastrado su cuerpo al precipicio si él no hubiera tenido algunas de sus
fibras enfocadas todavía en la primera roca.
"Genaro se mantuvo mucho rato en esa segunda
posición, porque tenía que sacar otra vez sus tentáculos y mandarlos hasta el
otro lado del despeñadero. Después de afianzarlos, tuvo que soltar las fibras
enfocadas en la primera roca. Eso era muy arriesgado. Tal vez solamente Genaro
es capaz de hacerlo. Casi perdió el control, o a lo mejor nada más se estaba
burlando de nosotros: nunca lo sabremos con certeza. En lo personal, pienso
que de veras estuvo a punto de perder el equilibrio. Lo se porque se puso
tieso y mandó un brote magnífico, como un rayo de luz cruzando el agua. Me
parece que tan sólo ese rayo habría bastado para jalarlo al otro lado. Cuando
llegó a la orilla, se paró y dejó brillar sus fibras como un racimo de luces.
Eso lo hizo solamente para
ti. De haber podido ver, habrías visto eso.
"Genaro
estuvo allí parado, mirándote, y entonces supo que no habías visto."