La Primavera, cabeza de Flora (detalle) Sandro Botticelli Primavera.Tiernamente la joven mujer de cabello rojizo Conmovida ante tanta inocencia Le dijo a la rubia muchacha Estas palabras en suave voz "Savia que se eleva; flores que se abren tu juventud es una glorieta permite a mis dedos vagar por la hierba donde se estremece el capullo de la rosa Déjame por entre el herbaje puro Beber las gotas del rocío Que humedece a la tierna rosa,.. De modo que el placer, mi cariño Avive tu rostro Como el amanecer el azul del cielo Su adorado cuerpo bello, armonioso Perfumado, blanco como el blanco Rosa, emblanquecido con pura leche, rosado Como un lirio bajo un cielo púrpura Bellos los muslos, enhiestos los pechos Tu espalda, hombros, vientre, un banquete Para los ojos y para las curiosas manos Para los labios y todos los sentidos "Pequeña niña, deja ver si tu lecho tiene aún debajo de la roja cortina la hermosa almohada que lleva y las salvajes sábanas. Oh a tu lecho!(Verlaine)
Claro de luna
Tu alma es uno de esos paisajes que tañen sus laúdes y bailan aunque tristes bajo sus ropas multicolores. Esos seres aunque en modo menor canten al amor victorioso y a la vid oportuna no parecen creer en su felicidad y unen sus cantos al claro de luna, Al sereno, triste y hermoso claro de luna que hace soñar a los pájaros en los árboles y sollozar de éxtasis a los altos surtidores, esbeltos juegos de agua entre los mármoles.
MANDOLINA
Los que brindan serenatas y las bellas que las escuchan se dicen insípidos requiebros bajo enramadas sonoras.
Tirsis y Aminta son ellas. Ellos: Clitandro, el de siempre, y Damis, el de los versos suaves a las hermosas crueles.
Sus cortas blusas de seda, sus largas faldas de cola, su elegancia, su alegría y sus lánguidas sombras azules
van girando en pleno éxtasis de una luna rosa y parda. Mientras, la mandolina susurra entre temblores de brisa.
Paul Verlaine, 1869
ARTE POÉTICA
Prefiere la música a toda otra cosa, persigue la sílaba impar, imprecisa, más ágil y más soluble en la brisa, que –libre de lastre– ni pesa ni posa.
Que vuestra palabra tenga un indeciso y equívoco paso, si lo decidís. Nada más hermoso que la canción gris, donde lo indeciso se une a lo preciso.
Detrás de los velos, las miradas bellas. En el mediodía, una luz que oscila. Un cielo de otoño templado perfila un confuso azul de claras estrellas.
Matiz, claroscuro, veladura sola. Nada de color. Sólo los matices. El matiz compone parejas felices entre sueño y sueño, entre flauta y viola.
Aleja de ti la punta asesina, la gracia cruel y el rictus de hielo, que harían llorar los ojos del cielo con todo ese ajo de mala cocina.
Coge la retórica y amordázala. Sujeta la rima, y dale sentido a esa carambola de vano sonido, que, si la dejamos, ¿hasta dónde irá?
¡Ah, la sinrazón de la pobre rima! ¿Qué párvulo sordo, qué negro mochales, nos forjó esa joya de cuatro reales que suena a oropel hueco con la lima?
Que tu verso sea fugaz y suave,
Ah, la sinrazón de la pobre rima! ¿Qué párvulo sordo, qué negro mochales, nos forjó esa joya de cuatro reales que suena a oropel hueco con la lima?
La música siempre, y en tono menor. Que tu verso sea fugaz y suave, sutil y ligero, como vuelo de ave que busca otros cielos y otro nuevo amor.
Que tu verso sea la buena ventura esparcida al aire de la madrugada, que huele a tomillo y a menta granada… Todo lo demás es literatura. (.Antaño y hogaño, 1884) |
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