jueves, 9 de febrero de 2012

PAUL VERLAINE( Poesías varias)







La Primavera, cabeza de Flora (detalle)
Sandro Botticelli Primavera.Tiernamente la joven mujer de cabello rojizo
Conmovida ante tanta inocencia
Le dijo a la rubia muchacha
Estas palabras en suave voz
"Savia que se eleva; flores que se abren
tu juventud es una glorieta
permite a mis dedos vagar por la hierba
donde se estremece el capullo de la rosa
Déjame por entre el herbaje puro
Beber las gotas del rocío
Que humedece a la tierna rosa,..
De modo que el placer, mi cariño
Avive tu rostro
Como el amanecer el azul del cielo
Su adorado cuerpo bello, armonioso
Perfumado, blanco como el blanco
Rosa, emblanquecido con pura leche, rosado
Como un lirio bajo un cielo púrpura
Bellos los muslos, enhiestos los pechos
Tu espalda, hombros, vientre, un banquete
Para los ojos y para las curiosas manos
Para los labios y todos los sentidos
"Pequeña niña, deja ver si tu lecho
tiene aún debajo de la roja cortina
la hermosa almohada que lleva
y las salvajes sábanas. Oh a tu lecho!(Verlaine)















Claro de luna

Tu alma es uno de esos paisajes
que tañen sus laúdes y bailan aunque
tristes bajo sus ropas multicolores.
Esos seres aunque en modo menor canten
al amor victorioso y a la vid oportuna
no parecen creer en su felicidad
y unen sus cantos al claro de luna,
Al sereno, triste y hermoso claro de luna
que hace soñar a los pájaros en los árboles
y sollozar de éxtasis a los altos surtidores,
esbeltos juegos de agua entre los mármoles.



MANDOLINA

Los que brindan serenatas
y las bellas que las escuchan
se dicen insípidos requiebros
bajo enramadas sonoras.

Tirsis y Aminta son ellas.
Ellos: Clitandro, el de siempre,
y Damis, el de los versos suaves
a las hermosas crueles.

Sus cortas blusas de seda,
sus largas faldas de cola,
su elegancia, su alegría
y sus lánguidas sombras azules

van girando en pleno éxtasis
de una luna rosa y parda.
Mientras, la mandolina susurra
entre temblores de brisa.

Paul Verlaine, 1869






ARTE POÉTICA

Prefiere la música a toda otra cosa,
persigue la sílaba impar, imprecisa,
más ágil y más soluble en la brisa,
que –libre de lastre– ni pesa ni posa.

Que vuestra palabra tenga un indeciso
y equívoco paso, si lo decidís.
Nada más hermoso que la canción gris,
donde lo indeciso se une a lo preciso.

Detrás de los velos, las miradas bellas.
En el mediodía, una luz que oscila.
Un cielo de otoño templado perfila
un confuso azul de claras estrellas.

Matiz, claroscuro, veladura sola.
Nada de color. Sólo los matices.
El matiz compone parejas felices
entre sueño y sueño, entre flauta y viola.

Aleja de ti la punta asesina,
la gracia cruel y el rictus de hielo,
que harían llorar los ojos del cielo
con todo ese ajo de mala cocina.

Coge la retórica y amordázala.
Sujeta la rima, y dale sentido
a esa carambola de vano sonido,
que, si la dejamos, ¿hasta dónde irá?

¡Ah, la sinrazón de la pobre rima!
¿Qué párvulo sordo, qué negro mochales,
nos forjó esa joya de cuatro reales
que suena a oropel hueco con la lima?

Que tu verso sea fugaz y suave,

Ah, la sinrazón de la pobre rima!
¿Qué párvulo sordo, qué negro mochales,
nos forjó esa joya de cuatro reales
que suena a oropel hueco con la lima?

La música siempre, y en tono menor.
Que tu verso sea fugaz y suave,
sutil y ligero, como vuelo de ave
que busca otros cielos y otro nuevo amor.

Que tu verso sea la buena ventura
esparcida al aire de la madrugada,
que huele a tomillo y a menta granada…
Todo lo demás es literatura. (.Antaño y hogaño, 1884)

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